El que crea un personaje tiene que dejarlo ir hasta las últimas consecuencias.Si permite que asomen sus prejuicios (los suyos, no los del personaje), aunque sea sin darse cuenta, se va a quedar a mitad de camino y su personaje va a sufrir esa censura.Quien tome contacto con el personaje lo va a ver sufrir, hacer un guiño mudo, resignado, una mueca fuera de lugar. Hace su papel con la resignación del que actúa bajo amenaza, se somete a su letra, aplastado bajo el papamoscas que el autor se permitió esgrimir. Se sale de la escena debido a esta presión, porque desde entonces todo el tiempo intenta avisarnos que no es él, que no es ella, que no es su culpa, que la obligan.
martes, 9 de junio de 2009
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