La poesía se produce, no se puede desandar caminos. No se puede evitar nada, ni siquiera con la intención de que se la lea. No se la puede obligar a ser más fácil, más clara, menos dura, más querible, más compleja, más impactante. No se puede obligar a la poesía a nada. Ella se levanta de sus propios fondos, por su propia cuenta. Ella se sirve de nosotros para ponerse al habla, desde una grafía que decide. No somos más que sus intérpretes. Ningún título habilita para eso, ningún nombre. Se está a solas en una zona extraña. Se sacan palabras que lindan con la nada.
jueves, 1 de mayo de 2008
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