Se confunde fácilmente, y lo que es peor: sin saberlo, enseñar con adiestrar.
Si enseñar tiene que ver con transmitir un saber, es condición necesaria que el que ocupe ese lugar de transmisión ame ese saber, sólo el interés genuino y apasionado puede despertar en otros interés. Y también es importante la idea que se hace sobre quiénes son esos otrosa los que desearía transmitirles un saber; se trate de chicos, adolescentes o adultos. Porque el que cree que el otro es una hoja en blanco, lo va a saturar con su discurso. El que cree que el otro es arcilla que se moldea, lo va a manosear para marcarle sus propias impresiones. El que cree que el otro es un ignorante desnudo de información, lo va a tapar de contenidos. Es fácil caer en el acto reflejo: yo te educo para que cada vez que suene la campanilla te quedes sentado (muy práctico); de la misma manera si te digo que hay que leer literatura por placer, vas a leer por placer. Haste esos niveles llega el absurdo, que parte de no ver que si de seres humanos se trata nunca dos más dos es cuatro, nunca se saliva sólo por acto reflejo, nunca se responde de la misma manera a una misma orden ¿Acaso alguien puede aprender algo por obligación? ¿Acaso por obligación se puede disfrutar de algo? En vez de insistir para que el que viene a aprender pueda soportar y haga el trabajo necesario que implica cualquier estudio, que en el caso de la lectura es tener la paciencia de buscar o preguntar por las palabras o las estructuras que impiden hacerse una idea de lo que dice el texto, avanzar aunque no se entienda “todo” para igualmente tener una impresión particular de lo que se lee, pasar por las partes tediosas porque en medio podría encontrarse algo interesante; en vez de alentar para que sepa que si hace ese trabajo es posible que se vea recompensado con algo que sí tiene que ver con el placer de leer y que es a descubrir por cada cual y por el que vale la pena hacer todo el trabajo; en vez de eso obligan. Leé porque es bueno y te tiene que gustar ¿Pero qué tiene de bueno si ya probé y no me gusta y me cuesta? Es bueno, leer es bueno. Hace bien. Igual que la sopa, que ya no hace bien, ahora lo que hace bien es la hamburguesa. Aique. Leé porque aique. Y más vale que te resulte placentero ¿entendiste?
Y el que lo dice muchas veces lee porque aique. No se ama por obligación. No.
La poesía desnuda estas cuestiones, lleva al extremo la falta de garantías del lenguaje, de lo humano, y en eso es irreductible. Pero ¿quién quiere ver eso?
Muy pocos. Otros hacen que ven, cuando tienen puestos los ojos en otra cosa. Los demás prefieren seguir creyendo en la sabia correspondencia de los códigos, los patrones de conducta, los yoes todopoderosos que controlan, el exitoso perro de Pavlov que se babea, el placer de la lectura que se aprende, en vez de enseñar a leer.
Además ¿Todo se puede enseñar? ¿No se confunden las herramientas con el artista?
Hay posiciones difíciles de sostener. La cuestión pasa por si se las sostiene o no, no por hacerlas más fáciles. Eso ya es otra cosa.
Hay lugares a los que no se va de turista.
1 comentario:
usted señora es maravillosa
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